sábado, 1 de agosto de 2009

no queda otra

En esta suspensión, con solamente el aire acariciándome,
no me queda otra, sino unirme
a la atmósfera.
Vaciar mi vacío en el viento que me columpia.
Presionarme, aplastarme
contra lo que no veo. Empujarme
contra lo que no me agarra. Entonces,
mis dedos, actúan como paredes, cobijas,
las manos que no son.
Ofrecen el limite
que quiero trascender.

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